Todos nosotros vivimos experiencias en nuestra niñez que catalogamos como “buenas y otras no tan buenas”. Todos hemos percibido e interpretado estas experiencias de diferentes formas, y cada una de estas vivencias ahora se han convertido en recuerdos. Todo lo que hemos ido viviendo en nuestras vidas queda grabado en nuestra mente subconsciente, y en la actualidad puede que todavía nos cause sufrimiento. Son las heridas emocionales, y para conocerte mejor a ti mismo, descubrir tu pasado y superar esos obstáculos, te recomendamos esta lectura de Lise Bourbeau que se convertirá en un nuevo encuentro con tu niño interior y la posibilidad de sanarte internamente:

“Las cinco heridas emocionales que impiden ser uno mismo”

Según la autora existen 5 heridas emocionales del alma:

Rechazo, Abandono, humillación, traición e injusticia.

Y como adultos, la mayoría de nosotros tenemos una, dos o varias de las heridas activas que nos causas conflictos y nos privan de vivir una vida plena y satisfactoria. Sanar las heridas es sanar a nuestro niño. Estas heridas surgen en los primeros anos de nuestras vidas, y han sido originadas por las percepciones que tuvimos en la manera en que fuimos tratados y cuidados por nuestros progenitores, papa, mama o quien hizo el papel de padres en nuestras vidas. Nuestros padres también fueron niños, y también han vivido sus vidas con estas heridas. Al entender esto nos lleva a ser comprensivos y dejar de culpar y juzgar.

Tener conocimiento de que las heridas existen, identificar las propias, son los primeros pasos para poderlas transformar y sanar.

Recuerda que en todo adulto existe todavía un niño herido y que necesita nuestra atención. Es de suma importancia que le prestes atención, que seas consciente de su existencia, que lo oigas pues puede estarte pidiendo ayuda. En ese momento, toma unos segundos, cierra tus ojos y conecta con él, date un abrazo e imagina que tienes a un pequeñín en tus brazos que requiere de tu amor y de tu comprensión y abrázale tiernamente y dile “ahora conozco de ti, sé que existes y que fuiste herido de muchas maneras, yo estoy aquí para cuidarte, mimarte y atenderte, jamás te voy a volver a dejar solo” que sienta que puede contar contigo.

Para cuidar de nosotros mismos, debemos volver y cuidar del niño herido que hay en nuestro interior.

Si este ejercicio se te dificulto, te invito a que le escribas una carta al niño pequeño que hay en ti, lo que tu gustes, una, dos o tres páginas, para decir que reconoces su presencia y que harás todo lo posible para curar sus heridas. El escribir nuestros sentimientos es terapéutico. Cuando hablamos de escuchar con compasión, normalmente creemos que se refiere a escuchar a otra persona más también se refiere a escuchar al niño herido que hay en nuestro interior.

Prepárate un lugar en el que estés solo, sin ruidos, y dispón de unos 30 minutos como  mucho. Empieza tu carta siguiendo el siguiente ejemplo:

«Mi querido niño herido, estoy aquí por ti, listo para escucharte. Por favor, cuéntame tu sufrimiento, muéstrame todo tu dolor. Estoy aquí, para escucharte, cuidarte y amarte.»

Este ejercicio te puede tomar entre 10 a 20 minutos, y es un proceso de sanación interior.

Algunas sugerencias para conectar con tu niño interior:

Sal a jugar al parque y juega como niño.

Camina, corre, y juega en el pasto, en la tierra, entre la naturaleza.

Rie y disfruta de cosas tan simples como el vuelo de una mariposa

De mi corazón al tuyo.

Atentamente,

Claudia Cecilia Castañeda (Coach Clau)